Mitos y verdades sobre la Fiebre

Tips para padres / Revista Bienestar Sanitas Ed.134. Texto: Maricielo Acero

Mitos y verdades sobre la Fiebre

Alrededor de la fiebre existen datos basados en información médica confiable así como cantidades de mitos que recogen lo que algunos llaman “sabiduría popular”. A continuación aclaramos algunas creencias.

MITO: La fiebre es peligrosa, sobre todo, en los niños.

Realidad: Falso. La fiebre es la respuesta más saludable del sistema inmunológico que está luchando para defenderse de una infección. Por tratarse de un síntoma y no de una enfermedad, la fiebre no produce ningún daño ni en los adultos ni en los niños, pero sí genera mucho temor y estrés, especialmente en los padres de los niños cuando tienen altas temperaturas.

MITO: Los termómetros de mercurio no son confiables. 

Realidad: Falso. Hay que decir que durante los últimos años se ha desaconsejado 
el uso de los termómetros de mercurio, pero no porque sean dañinos para el cuerpo. Cuando estos termómetros no se desechan de forma adecuada, pueden terminar en fuentes de agua como en ríos o en el mar, y el mercurio al entrar en contacto con el agua se transfroma en metilmercurio, una sustancia que es absorbida por los peces y que puede causar daños neurológicos irreversibles en los humanos al consumirlos. Pero el mercurio de los termómetros no afecta en nada a los pacientes que miden con él su temperatura. El termómetro de mercurio sigue siendo seguro y confiable, así como lo son los termómetros electrónicos y digitales que se consiguen en cualquier tienda especializada.

MITO: La fiebre produce meningitis.


Realidad: Falso. Es equivocado creer que 
la fiebre alta causa daño cerebral o que afecta el desarrollo neurológico de los niños. Tampoco provoca meningitis (inflamación de las membranas que recubren el cerebro). Lo que ocurre es
 que las infecciones del sistema nervioso, como la meningitis o las encefalitis, se manifiestan con fiebre. Esa inflamación de las meninges ocurre usualmente por 
la infección con virus, bacterias, hongos 
y otros gérmenes. Las más delicadas son las causadas por bacterias, ya que muchas veces dejan secuelas, incluso después de haber recibido un tratamiento oportuno y adecuado. Según Álvaro Izquierdo, médico neuropediatra, las bacterias que tienen mayor facilidad para penetrar el sistema nervioso central son el Haemophilus influenzae, el neumococo y la Neisseria meningitidis (también conocida como meningococo). Según las estadísticas, en Colombia cerca del 30% de los casos de meningitis son consecuencia de la infección por neumococo, y un 15% corresponde a Haemophilus influenzae. Por fortuna, las cifras de mortalidad han disminuido desde que las vacunas contra estas dos infecciones hacen parte del esquema básico de vacunas de todo niño.

MITO: La fiebre alta provoca convulsiones.


Realidad: Falso. Solo del 2 al 8% de los niños que tienen fiebre convulsionan, y no depende de qué tan alta sea la fiebre, sino de la predisposición genética. Los menores con antecedentes de convulsiones en la familia son más sensibles a cualquier aumento de la temperatura por leve que sea. Además, así se controle con medicamentos, eso no evita que se repita. Lo que hay que tener presente es que el niño que tiene convulsiones por fiebre no tiene más riesgo de sufrir de epilepsia, retraso mental o problemas en el desarrollo más adelante.

MITO: Las fiebres altas son 
las más peligrosas.


Realidad: Falso. A veces la fiebre puede ser muy alta y solo obedecer a un resfriado común; en otros casos hay fiebres leves que responden a infecciones graves. Por suerte, la mayoría de los cuadros febriles en la infancia son causados por virus y muy pocos por bacterias. Por eso, como complemento a la toma de temperatura hay que estar muy alerta a la aparición de otros síntomas, como vómito, dificultad para respirar, respiración rápida, aumento de los latidos del corazón (taquicardia), presencia de manchas en la piel, ojos brillantes, sangrados, debilidad y malestar general. Ante estos síntomas, o cuando la fiebre persista por más de 48 horas, es necesario consultar con el médico. Los menores de tres meses que tengan más de 100.4°F también requieren atención de urgencia.

MITO: El baño con agua tibia o fría baja la fiebre rápido. 

Realidad: Falso. Muchos adultos entran en una pelea intensa por bajar la fiebre, lo cual no tiene razón de ser. En ningún caso hay que ducharse o meterse en agua fría o tibia, ya que esto genera un choque brusco de la temperatura corporal y el organismo debe luchar, entonces, por recuperar el equilibrio térmico. No conviene aplicar alcohol etílico en las axilas, la frente o la planta de los pies al paciente, para evitar que se absorba. Lo mejor es no abrigar a la persona con fiebre, ponerle ropa liviana, ventilar la habitación y aumentar la ingesta de líquidos para evitar una posible deshidratación. Es importante no suspender la leche materna si el niño es menor de seis meses, y mantener la alimentación habitual cuando se trate de un niño mayor.

MITO: Siempre hay que usar medicamentos para bajar la fiebre. 

Realidad: Falso. Muchas situaciones incluso no relacionadas con alguna enfermedad pueden ocasionar fiebre, como la salida de los dientes de leche en los bebés, la aplicación de vacunas o un resfriado ligero, y no ameritan recurrir a medicamentos, dado que se trata de reacciones normales del sistema de defensa del organismo. Además, más importante que el grado que marque el termómetro, lo que cuenta es el estado general de la persona; por ejemplo, cuando un niño tiene fiebre pero está activo, juega y come bien, seguramente se recuperará en un par de días con el manejo indicado en casa y sin necesidad de suministrar medicamentos. El tratamiento farmacológico solo es para casos en los que hay mucho malestar. Los fármacos que se utilizan son acetaminofén o ibuprofeno, y en los niños debe ajustarse la dosis de acuerdo con el peso y la edad. Estos fármacos no disminuyen la duración de la enfermedad, ni evitan complicaciones, ni previenen las convulsiones febriles. Tampoco evitan que la temperatura vuelva a aumentar. Tan pronto pase el efecto del medicamento, la fiebre volverá mientras perdure la infección y el cuerpo esté tratando de defenderse. Por otro lado, los antibióticos solo son útiles en caso de infecciones bacterianas, no en las virales. En cualquier caso, atienda a su sentido común: casi nunca se equivoca, y le dirá qué hacer en caso de fiebre suya o de su hijo.

En ningún caso hay que ducharse o meterse en agua fría o tibia, ya que esto genera un choque brusco de la temperatura corporal y el organismo debe luchar, entonces, por recuperar el equilibrio térmico.