Nací y crecí en Cuba, y a los 16 años me mudé a Miami gracias al esfuerzo de mi madre, quien soñaba con un futuro mejor para nuestra familia. Considero a Miami mi hogar, y mi formación médica en Santo Domingo fue clave en mi desarrollo personal y profesional, rodeada siempre de personas que me inspiraron.
Conozco muy bien la experiencia del inmigrante: los desafíos, la resiliencia y el valor de una comunidad que acompaña. Hablo español con fluidez y creo firmemente en el poder del lenguaje y la cultura compartida para generar confianza con los pacientes.
Elegí la medicina porque une ciencia, servicio y conexión humana. Desde joven, vi cómo una atención médica compasiva puede transformar vidas, y supe que quería formar parte de ese cambio.
Un buen día para mí es saber que hice la diferencia en la vida de alguien, que ayudé a aliviar su malestar o me dió una sonrisa.
En Sanitas ofrecemos un cuidado respetuoso, personalizado y culturalmente sensible. De mi parte, pueden esperar empatía, escucha genuina y un compromiso auténtico con su bienestar.
Fuera del trabajo, disfruto compartir con mi familia y amigos. Esos momentos sencillos son los más significativos. También me encanta viajar, conocer otras culturas y seguir creciendo como persona y profesional.