Nací en Grecia y crecí en New York, después de que mis padres emigraran a Estados Unidos, donde vivo actualmente. Hablo, leo y escribo griego con fluidez, y soy madre de dos hijos maravillosos. Siempre he creído en la importancia de ayudar a los demás, porque todos debemos cuidarnos unos a otros.
Decidí dedicarme a la medicina a raíz de la experiencia de mi madre, cuando le extirparon un tumor cerebral. En ese momento me sentí impotente, pero también presencié la dedicación y compasión de los profesionales que la ayudaron a recuperarse. Esa vivencia me inspiró a convertirme en alguien que pueda marcar una diferencia positiva en la vida de otra persona.
Un buen día de trabajo es cuando mis pacientes me contactan para decirme que se sienten mejor después de seguir mis recomendaciones.
En Sanitas, mis pacientes reciben una atención personalizada y continua. Me gusta llamarlos para saber cómo se sienten y darles seguimiento, porque para mí es importante que se sientan acompañados incluso después de la consulta.
Cuando me quito la bata, disfruto ver el atardecer y jugar tenis; son momentos que me ayudan a recargar energía y mantener el equilibrio.